Por Robert Bottome y Norka Parra
Robert Bottome es director de VenEconomía.
Norka Parra es analista de VenEconomía.
Hugo Chávez es un vulgar autócrata que hasta hace poco tiempo mantenía apariencias de demócrata, pero ese fingido talante democrático se ha venido deshilachando a pasos agigantados.
Muchos pensábamos que Chávez iba a seguir con su disfraz de demócrata, pero desde que se supo el resultado de las elecciones regionales de noviembre, el mandatario quedó como el emperador del cuento, desnudo ante los venezolanos y el resto del mundo.
Después de saber que había perdido varias gobernaciones y alcaldías importantes, que solían ser bastiones del chavismo duro, Hugo Chávez no ha pasado un día sin evidenciar a los cuatro vientos y por cadena nacional su vocación totalitaria, incluyendo la obsesión de perpetuarse inconstitucionalmente como presidente vitalicio de Venezuela.
Los candidatos chavistas perdieron las importantes gobernaciones de los estados Carabobo, Miranda y Táchira, como también la Alcaldía Mayor de Caracas, del municipio Sucre y de la ciudad de Maracaibo. Pero ahora, en flagrante desconocimiento de las reglas democráticas, Chávez no quiere aceptar la derrota y está acorralando a los funcionarios electos con sus grupos violentos y con el Poder Judicial.
Frente a la hegemonía y autocracia de Chávez, los gobernantes electos de la alianza democrática están demostrando gran civilidad y un verdadero talante democrático. Muestra de ello son los cuatro alcaldes de la Gran Caracas, el Alcalde Mayor y el gobernador del estado Miranda, quienes a pesar de representar a partidos políticos diferentes, y a pesar de todos los obstáculos impuestos por el Gobierno Central, están aunando esfuerzos para ofrecer una mejor calidad de vida a los ciudadanos.
Este baño de democracia es un pequeño regalo de Navidad para los venezolanos, hastiados de la grosera agresividad presidencial.
http://www.elcato.org/node/3928
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