12 enero 2010

Carta de Dios al Hombre

Estimado Hombre Todopoderoso:



Me dirijo a usted para hacerle llegar un ruego que espero pueda ser atendido por su parte.


Seguramente habrá usted oído hablar de mí, soy Dios, ese ser que los suyos crearon hace muchos, muchísimos años, cuando todavía su especie apenas se distinguía del resto de los animales. Cuando el desconocimiento, el temor, el deseo de protección y la ignorancia les hacia tan vulnerables como cualquier otro animal.


Me crearon ustedes a su imagen y semejanza, adornado con todos sus defectos y virtudes. Me crearon, pero me crearon esclavo de sus creencias y necesidades. Me imaginaron bajo distintas formas y atributos. Cada nuevo creyente me ataba, y me sigue atando, con sus cadenas exigiendo de mí que le ayude a calmar su dolor y su ignorancia. Me crearon cuando todavía no comprendían el mundo que les rodeas y las leyes que lo rigen.


Por eso me crearon, me crearon con arreglo a sus propias fantasías y temores. Tan falto de lógica como solo la mente un niño puede crear un ser inventado para que le ayude.


Mi historia Señor es muy triste, es la historia de un ser creado para paliar sus temores, sus ambiciones, su ignorancia y sus enfermedades.


Desde el primer momento se me utilizo como justificación de todos los desmanes y egoísmos propios de su especie.


Se me utilizo para justificar sus enfrentamientos, para justificar el poder que algunos hombres se atribuían, para que unos hombres dominaran a otros, para imponer sus normas y sus creencias diciendo que procedían de mí. Para que unos hombres se proclamaran portavoces de mi voluntad descalificando, en mí nombre, a todos aquellos que no creían en sus palabras.


No creo que haya maldad en que ustedes no hayan invocado mi nombre. Creo Hombre, que no ha habido ocasión en su historia personal y colectiva donde no se haya invocado mi nombre para defender sus intereses manifiestos y ocultos.


En mi nombre se han cometido y se siguen cometiendo infinidad de matanzas, crímenes y tropelías que no tienen más justificación que sus propios intereses.


Bajo la apariencia de un ser infinitamente poderoso no soy más que un esclavo de sus creencias, esclavo me crearon y esclavo sigo, y así seguiré mientras no me liberen de esas cadenas que a ustedes les parecen tan justas, creyendo que me alaban y que me gustan. Son las mismas cadenas con que los poderosos de su especie les atan a ustedes cuando dicen que interpretan mi voluntad, mis palabras, mis deseos…


Su especie, Hombre, ha avanzado mucho, no tanto como debería porque en mi nombre también se ha procurado detener el avance de su especie, se han forjado mentiras inmensas, espantosas falsedades destinadas a detener su avance, se han matado y destruido a aquellos hombres y obras que abrían brechas en las murallas de la ignorancia. Pese a todo ha avanzado lo suficiente para que ya no necesite creer en seres mágicos creados por su imaginación hace mucho, muchísimo tiempo. Pese a todo hoy saben que el mundo y el universo se rigen por leyes, no por mi voluntad. Todavía les falta por descubrir las muchas leyes que permanecen ocultas… ocultas, pero evidentemente existentes.


Ya no tienen necesidad de mi, ya no tienen necesidad de este ser mágico que guíe sus pasos en la oscuridad y en la ignorancia. Tomen en sus manos las riendas de su destino, averigüen las leyes que rigen todo y déjenme descansar en paz. No me usen para justificar sus ambiciones, sus deseos, sus intereses, sus desmanes o sus atrocidades.

Por eso Hombre Todopoderoso te dirijo esta carta rogándote que me liberes de tus cadenas, de tus creencias, de tu ignorancia y de tus miedos.


Cada vez que sientas la tentación de creer en mi pregúntate quien ha creado a quien, si yo a ustedes, o ustedes a mí…


Por eso Señor, Hombre Todopoderoso, te lo ruego, libérame de la esclavitud a que me tienes sometido, deja que me disuelva en la nada… nada de la que un día me creaste… a tu imagen y semejanza.


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